La aldea de Dragor (el fin de Dinamarca hacia el este)

A pesar de la gran expansión de la capital danesa en todas las direcciones, la isla de Amager tiene dos barreras infranqueables: La reserva natural, y el aeropuerto internacional. Pero entre el aeropuerto y el Mar Báltico, hay una pequeña comuna autónoma, que queda fuera del ejido urbano de la capital, llamada Dragor.

El pueblo pesquero de Dragor se ubica en el extremo de la isla de Amager, a 12 kilómetros de Copenhague. A pesar de la cercanía a la capital danesa, conserva un aire de pueblo y olvido que nunca había notado a tan corta distancia. Se mantiene aislado de la gran urbe, a su apacible ritmo.

Su fundación, hace más de 900 años, se debió a los grandes bancos de pesca que había en el Estrecho de Oresund, principalmente de arenque. Hoy quedan las construcciones, y un centro histórico muy bien conservado.

Lejos quedan esas épocas doradas de pueblo ermitaño, dedicado a la pesca y al cultivo de zanahorias. Grandes buques cargueros pasan por delante de Dragor, donde las últimas familias de pescadores artesanales siguen saliendo del puerto dia a dia en busca de arenques. La ascendencia holandesa en los campos ya se vio reemplazada por el cultivo moderno. Nuevos barrios se crearon en la periferia. Líneas de colectivo, escuelas, hospitales. El modelo de bienestar danés incluyó a este pueblo, que lucha y resiste por no convertirse en un suburbio de Copenhague. En conservar su propia identidad.

Los pueblos aislados pueden ser atractivos para nosotros, a los que no nos toca vivir en ellos. Los habitantes de Dragor, y de cualquier pueblo, buscan conservar su identidad, pero no resignar las comodidades del siglo XXI. Al verse perjudicados en materia de cultivo y pesca, frente a los grandes competidores, muchos vecinos se dedicaron a la fuente inagotable de ingresos que puede tener un lugar tan pintoresco: el turismo.

Es por eso que el centro histórico de Dragor tiene un grado de conservación muy alto, pero muchas propiedades devenidas en restaurantes o en tiendas de souvenir. Por si fuera poco, las amarras del puerto sufrieron un cambio en el tipo de embarcaciones que solían recibir: de pesqueros de madera a modernos yates y veleros.

A pesar de todo eso, fue un lugar al cual disfrute mucho fotografiar. Sus calles transmiten un encanto de antaño que intente transmitir. De todas formas, nada como verlo con sus propios ojos. Espero que les guste tanto como a mi.

De ser posible, recomiendo hacer el viaje desde Copenhague hasta Dragor en bicicleta. Muchos se preguntaran porque. Y es muy simple: por el camino.

La ruta que une ambos pueblos pasa por dos lugares muy particulares. Por un lado, por el aeropuerto, Y por otro, por el pueblo de Store Magleby. Pero en vez de dar explicaciones, les dejo dos fotos para que saquen sus propias conclusiones.

Este post esta incompleto. Al momento de visitar Dragor, no tenía la misma información que tengo ahora. Eso hizo que pase por alto un lugar al que tengo que volver: El hotel dentro del fuerte, frente al estrecho del Oresund.

Como no pude fotografiarlo, me limito a comentarles que existe, y abajo les dejo la web oficial.

Si alguno fue, y quiere compartir las fotos (con su nombre, por supuesto) es bienvenido a contactarse.